Entre versos siempre aparece tu nombre.
Echo de menos nuestras conversaciones arreglando el mundo, o sobre la cosa más estúpida, tu manera de escucharme y de empujarme a cumplir mis sueños. No te imaginas como te echo de menos.
Tú me comprendías, eras capaz de entrar en mi compleja mente y entender mi desorden, pero por desgracia ya no estás. Si continuaras a mi lado sería como estar al borde de un precipicio toda una vida, parece emocionante el no saber si vas a caer, pero llega un momento donde arriesgar tanto no merece la pena.
No te imaginas como te echo de menos pero a la vez estoy feliz porque camino con paso firme y sin preocuparme la caída porque estoy en terreno seguro. Un terreno mío y solo mío, que he ido creando poco a poco gracias a ti que me enseñaste a quererme.
Es inevitable que no piense en ti, y preguntarme cuando tengo un problema qué harías tú en mi lugar, pero solo imagino porque, repito, ya no estás y es mejor así.
Pienso que es imposible volver a hablar contigo y actuar como si no hubiese pasado nada, si hiciese eso sería la actuación más mala de la historia. No sé si tendré fuerzas para que un día no haga falta actuar y me nazca solo, pero sigo pensando en la posibilidad de que tu cuerpo lo toque otra y me quema por dentro.
De momento le dejo al tiempo y al destino que actúe por mi, porque yo las fuerzas las perdí hace mucho. Creo que ambos sabíamos que este verano iba a ver una despedida tarde o temprano, ha sido más temprano que tarde, pero ha habido despedida, ambos necesitábamos este verano para liberarnos del pasado y ser quienes realmente queremos ser y que por miedo nunca hemos sido. Espero que seas feliz aunque sea por caminos distintos.
"Intentamos
dejar de mirarnos
anteponiendo nuestros miedos
a las ganas"
Elvira Sastre
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